Los tutsis constituyen el segundo pueblo más grande Ruanda y representa aproximadamente un 15% del total de la población ruandesa. Históricamente también conocidos como watutsi, watusi, wahuma, wahima o wahinda.
Los tutsis forman un subgrupo de los pueblos de Banyarwanda y Barundi, que residen principalmente entre Ruanda y Burundi, pero con poblaciones también que también en Uganda y Tanzania.
El pueblo mayoritario en Ruanda es el pueblo hutu, seguidos de los tutsis en número de miembros y dejando en la última posición y como etnia minoritaria a los batwa. También en Ruanda podemos encontrar un pequeño número de poblados hema y kiga.
Los tutsis, de origen Nilótico, llegaron procedentes de tierras etíopes para establecerse en Ruanda. Al llegar a tierras ruandesas, se encontraron con dos etnias que poblaban en ese momento estas tierras, los hutus y los batwa, dos etnias a las que consiguieron someter e imponerse rápidamente.
Tutsis y hutus convivieron durante siglos, incluso unificaron sus culturas, pasando a hablar una misma lengua, el kiñaruanda, y finalmente se transformaron en dos castas de una misma sociedad, en la que los tutsis ejercían de clase alta y los hutus de clase baja. Una relación desigual que cada vez se fue deteriorando más, llegando a ser insostenible debido a un sistema feudal en el que los hutus perdían sus posesiones y se veían abocados a la esclavitud y la explotación por parte de los tutsis.
Con la llegada de los colonos belgas y alemanes aún se descontroló más la situación entre ambas etnias ya que los gobiernos coloniales, apoyaron y dieron el poder a los tutsis incluso llegando a hacer un carnet étnico que diferenciaba a ambas etnias y que relegaba social y económicamente a los hutus hasta hacer que la convivencia se tornase insostenible, extendiéndose este periodo hasta la caída de la colonia en 1961. El paso del tiempo ha permitido comprender mejor las nefastas y dolorosas consecuencias que las ideas implantadas por las administraciones coloniales dejaron para el futuro de estas gentes, una auténtica siembra de desgracias.
Después de la declaración de independencia de Ruanda, el país decidió de forma democrática abolir el orden monárquico del reino tutsi y establecer una república gobernada por la casta mayoritaria, los hutus. Durante los años 70, las tensiones y el odio social entre ambas partes provocaron múltiples episodios de violencia, desencadenando en un cruda Guerra Civil que estalló en 1990, un conflicto que duró hasta abril de 1994, cuando el presidente hutu, Juvénal Habyarimana, fue asesinado.
La muerte del presidente desencadenó el conocido Genocidio de Ruanda en el que los hutus asesinaron al 70% de la población Tutsi.
El Genocidio en Ruanda está considerado como una de los episodios más violentos y vergonzosos de la de historia humana reciente y ha servido para que actualmente ambas etnias estén unidas en un intento de pasar página, olvidar lo sucedido y seguir adelante juntos abriendo el corazón de su país al mundo.